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Ernesto Cardenal
 

Nuestro Ernesto Cardenal, poeta planetario
Transitábamos el inicio del milenio y vimos a Ernesto Cardenal coinaugurar el Congreso de la Lengua en Rosario en 2004. La celebración de este acontecimiento con reminiscencias cervantinas nos animó a buscar los medios para que uno de los poetas vivos más importantes de nuestro continente publicase su obra íntegra en la Argentina a través nuestro. Contábamos con políticas públicas favorables a la difusión de la latinoamericanidad y sus protagonistas aunque, con un escollo, y era el conflicto que el poeta mantenía y sostiene con el Gobierno de su país. Paradójicamente o no tanto, justamente él, uno de los artífices de la Revolución Sandinista de 1979, su Ministro de Cultura, referencia y figura consular de aquella patria dariana. Nos dijimos: –Hay que quebrar esto. Tenemos que tender puentes y cruzar los que nos propone la obra de Ernesto Cardenal. Él, nos dijo: –Si la editorial es grande o no como su nombre, pues no me importa… Sí, quiero publicar en la Argentina a través de ustedes, como dices tú…
Junto a Monte Ávila editores Latinoamericana de Venezuela, gracias a la gestión de Modesto López –el documentalista argentino-mexicano nacido en Lugo, director del film Solentiname– y con prólogo del poeta valenciano Luis Alberto Angulo, desde el vamos nos prodigamos –el poeta y nosotros– una identificación casi natural desde el catálogo editorial con varios de los tópicos en que se basa el corpus poético de este autor de excepción: la historia, el amor, la religión; su crítica hacia lo que al promediar el siglo XX comenzábamos a conocer como sociedad de consumo; su compromiso sociopolítico junto a la lucha de los pueblos contra toda opresión imperial; su voz de intérprete de los pueblos originarios de toda América en clave épica y de la epopeya y, muy especialmente, la del poeta que vuelve sobre sus pasos para mostrar una religación entre ciencia y poesía.

Los editores, antes que nada, somos lectores. Aun cuando esta pasión nos modifica y la transformamos en profesión y, como se sabe, ésta siempre entraña un acto de fe, esto es que la profesión es la forma de accionar lo que se profesa, como decía el dramaturgo J. C. Gené. Por eso la confianza en las obras, de las que somos apenas meros puentes.
Personalmente tengo entre mis preferencias al poeta Cardenal, aquellos cantos al amor de aquel epigramista muy original, agudo, ingenioso, casi mordaz en los versos a Claudia y el de la Oración a Marilyn Monroe, tal vez para leerlos y escucharlos resonar por dentro desde un grupo de estudiantes, junto a los poemas de Neruda, Sabines, Benedetti. Se trataba de cantarle al amor bajo las sombras de los sicarios. Luces, en aquella oscuridad en tiempos de la última dictadura militar, que mutaron resplandor y que iluminaron fuertemente nuestra militancia político-intelectual posterior: el triunfo de la Revolución Nicaragüense junto a nuestro monje-poeta Ernesto Cardenal. En el plus ultra de su obra completa, nos sentimos parte de una generación que amamos el triunfo de aquel pueblo de poetas.

Publicada en la Argentina por Patria Grande, Cántico Cósmico es seguramente una de las obras más relevantes. Es el vate que vuelve sobre su origen para intentar religar Ciencia y Poesía. En su última visita a Bs. As. en 2013, dijo: –Desde niño leo libros de ciencia, que es lo más parecido a la poesía, que fue el primer lenguaje de la Humanidad. En este opus que publicó por primera vez en 1989 tras 30 años de estudios intensos, es donde enhebra transdisciplinariamente las corrientes del pensamiento científico –los canonizadas y las de fronteras- de los siglos XX y XXI: las que explican el origen de la vida y las galaxias, enlazadas con el amor humano y divino, cósmico y físico, místico y comprometido, en términos del hombre que piensa e indaga acerca del cosmos, la incerteza, la finitud y la infinitud de los misterios todavía inverificables. He aquí unos de los temas centrales del poeta Ernesto Cardenal de los últimos 25 años: el poeta que tras-asciende investigador riguroso, filósofo y científico para cantarle a casi todas las epistemes posibles entre el Bing Bang, la Teoría de la Relatividad, la astrofísica y la física cuántica, ensambladas junto a los saberes, miserias, potencias y padeceres de la vida común del hombre. Origen y destino de quarks, protones, neutrones junto a heces de paloma, escamas de lagartos o la cola de un chimpancé. En más de un sentido, Ernesto Cardenal está entre nosotros en plena segunda década del s. XXI como poeta visionario.

En la última década se han sucedido los homenajes a Ernesto Cardenal en Veracruz, Santiago de Chile, Managua, Granada, León, Madrid, Sevilla, Huelva, Salamanca, Valencia, Cosquín, Godoy Cruz, Mendoza, Buenos Aires, Xalapa, Santo Domingo, París, Milán, Berlín, Oslo, Valparaíso, Guadalajara, Cuernavaca, Austin, Wuppertal y en el Palacio de las Bellas Artes en México DF (2014) su segunda patria –dijo allí– tal vez inspirado en Netzahualcóyotl, de quien tomó voz para aquellas geniales metalepsis de sus Cantares Mexicanos.
Schopenhauer nos trae un pensamiento clásico griego y dice más o menos así: que aquellos héroes jóvenes muertos martirialmente, los pueblos los transforman con el tiempo en leyenda y después en mito, tal vez por algún sentimiento colectivo culposo, el de no haberles retribuido parte de su entrega en vida, como en la pasión y muerte de nuestro otro gran Ernesto Che Guevara. Y, en el caso de los sabios antiguos, longevos, los pueblos “intuyen” su partida de este mundo y comienzan a colmar al patriarca de honores y estipendios, como para no verse hipotecada una memoria.
Con Ernesto Cardenal, pensamos que se dará justamente lo contrario. Está viva su obra y su legado, que es un acicate en el presente de nuestra América. Su vida completa es un testimonio de talento y coherencia, compromiso revolucionario y memoria disparada desde el corazón de Latinoamérica hacia el futuro de todos los pueblos del planeta. Porque los últimos homenajes que le brindó México fue al poeta Cardenal, bajo una especie de sublema consignado por él: Todo es Poesía en tributo al poema de Michael Pérez de 7 años, del Hospital La Mascota para niños con cáncer en Managua. Esto dice muchísimo y, si se me permite el oxímoron, estamos ante una síntesis total de la obra del poeta. Aquí y por esto mismo también, estamos ante un poeta visionario. La luz de su inteligencia brillará siempre allí donde la vida de los pueblos mantenga en pie sus luchas por un mundo mejor.
Con sólo repasar lo más destacado de su biografía nos encontramos con el poeta, escultor, licenciado en Letras, investigador y traductor de la obra de Ezra Pound; monje contemplativo, sacerdote desde los 40 años, fundador de una comunidad artístico-utópica-isleño-campesina, teólogo de la Liberación; miembro del Frente Sandinista de Liberación Nacional, Ministro de Cultura de la Revolución triunfante en Nicaragua, apenas si consignamos someramente la vida de este poeta hasta sus 60 años en 1985.
Hoy, a sus 92, es capaz de exclamar: –soy cristiano y marxista, tanto frente a cualquier funcionario norteamericano como con el mismo énfasis suele espetarle a algún necio cultor de beaterías dogmáticas. O, como en la Argentina (2013) cuando exclamó frente a la prensa: –El papa Francisco está haciendo una revolución dentro de la Iglesia. Este poeta se mantiene lúcidamente informado acerca de las luchas de los pueblos latinoamericanos: adhiere a la causa de la soberanía argentina sobre las Malvinas, reclama la salida al mar para Bolivia. En línea con el pueblo venezolano y su lucha frente a las agresiones imperialistas, acaso proféticamente, también es capaz de reflexionar el anuncio del fin del Bloqueo a Cuba, con palabras y mirada ancha de futuro.
En los actos realizados en su honor en México pidió justicia por la matanza de los estudiantes de Ayotzinapa, con un concepto global y tajante: –El mundo está al revés y debemos cambiarlo.

Como editores de la Cooperativa Patria Grande, aún nos resuena aquel parágrafo del prólogo del Luis A. Angulo a los tres tomos de su Poesía Completa. Reproducido desde las contratapas, sigue operando hoy como una suerte de profecía autorrealizadora y en parte autocumplida: –No nos caben dudas de que en algún momento, Cardenal comenzará sin resistencia a ser leído colectivamente como uno de los grandes poetas místicos de la humanidad. Quizás entonces nadie se asombrará de que los entes educativos y culturales de los gobiernos más avanzados del mundo, publiquen en grandes tirajes sus obras y las repartan gratuitamente entre los estudiantes de todos los niveles.

Sergio Avasolo
Editor
Presidente de Cooperativa de Trabajo
Editora Patria Grande, Buenos Aires

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Poeta, escultor, sacerdote y político, Ernesto Cardenal (Granada, Nicaragua, 1925) se licenció en Filosofía y Letras en la UNAM en 1945. Estudió literatura norteamericana en la Universidad de Columbia en New York, cuando accede al estudio de la obra de Ezra Pound, a quien tradujo al español. Sus obras escultóricas son exhibidas en EE.UU. en 1950.
En 1957 ingresó en el Monasterio trapense Our Lady of Gethsemani, en Kentucky, donde Thomas Merton fuera su director espiritual; dos años después en el Monasterio Benedictino de Cuernavaca (México), y posteriormente en el Seminario de La Ceja en Antioquia (Colombia), ordenándose sacerdote en Managua, en 1965.
En 1966 funda la comunidad de la isla del archipiélago de Solentiname, en el GranLago de Nicaragua, donde creó una escuela de pintura primitiva y un movimiento poético campesino y, lo más importante, su trabajo de concientización a base del Evangelio interpretado revolucionariamente.
Obra plasmada en su libro El Evangelio en Solentiname, comentarios del Evangelio leídos colectivamente en clave revolucionaria. Cuando se constituyó el Gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional en 1979, fue nombrado Ministro de Cultura de su país, cargo que ejerció hasta 1987.
De 1989 data la publicación de su obra: Cántico Cósmico.
En 2004, invitado por la Real Academia Española y el Instituto Cervantes, coinaugura en la Argentina el III Congreso Internacional de la Lengua llevado a cabo en Rosario.
Nominado al Premio Nobel de Literatura en 2005, 2007 y 2010, entre las distinciones que ha recibido destacan: Orden Comendador de las Artes y las Letras de Francia (1985); Orden Augusto César Sandino (1985); Miembro de la Academia de Bellas Artes de la República Democrática Alemana (1986); Doctor Honoris Causa en Medellín (Colombia, 1986); Doctor Honoris Causa por la Universidad Centroamericana de Granada y la Universidad de Valencia en España (1987); Orden José Martí (Cuba, 2003); Doctor Honoris Causa por la Universidad Veracruzana de México (2009); Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda (2009); Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2012); Legión de Honor en grado de Oficial por parte del Gobierno de Francia (2013); Miembro Honorario de la Academia de Ciencias de Nicaragua (2014); Doctor Honoris Causa por la Universidad de Valparaíso (2014); Doctorado Honoris Causa Universidad de Wuppertal (2017). Desde 2010 es Miembro Correspondiente de la Academia Mexicana de Lengua. Presidente Honorario de la Fundación Casa de los Tres Mundos con sede en Nicaragua, y de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET). Su obra bibliográfica se halla traducida en 20 idiomas y en más de 250 ediciones en países de los cinco continentes.

Obras publicadas
Poesía Completa. Tomo 1. Patria Grande: Bs. As., 2007, 2013, 2014.
Poesía Completa. Tomo 3. Patria Grande: Bs. As., 2007, 2014.
Cántico Cósmico. Patria Grande: Bs. As., 2013.
Cortázar en Solentiname (en coautoría con Sergio Ramírez). Patria Grande: Bs. As., 2015.
El Evangelio en Solentiname (en preparación).

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